lunes, 4 de julio de 2011

MICRORRELATOS

GUERRA. Desde el prominente peñasco, sintió el millar de ojos extasiados de la infame horda: Aberraciones abisales; defecación inmunda del adversario. Junto a él estaban sus semejantes. Cegados por el poder de su nombre le juraron fidelidad eterna. Y entonces vaciló. Le aterró el odio que le devoraba, como un parásito que ansiara su muerte. Pero sólo fue un instante. El Portador de Luz alzó su espada y un enjambre de alaridos iniciaron la Guerra contra el Cielo. 


EL NUEVO. Aquello era lo único que Jack podía llamar "hogar". Trabajaba en un bar, haciendo números de magia y el público le adoraba. Hasta que llegó el nuevo. Jack le había contratado como ayudante y ahora todos venían a ver la celebridad. "Pero yo soy Jack, el de Whitechapel", insistía él. Un día, Jack decidió partir por la mitad a su ayudante, esta vez sin truco. El medio torso de Adolf sonrió estúpidamente. Jack detestaba que al Infierno sólo llegaran muertos. 


UN CASO REAL. Ayer por la tarde, tras una breve siesta, un hombre se quitó la vida. Por la mañana, tras visitar al notario, llamó a su novia para comer juntos. Ella no tenía tiempo. Él insistió, sin darle importancia. Ella accedió, pensando que igual daba. Comieron en casa y ella se marchó sin girarse. El hombre cerró los ojos. Soñó que estaba solo, en una habitación muda. Un pajarillo revoloteaba tras la ventana. Y él sólo oía el batir de sus alas. 

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