EL PORQUÉ DE UN REMAKE
Pese a que, como reza el dicho, las comparaciones siempre
son odiosas, resulta imposible no evaluar este precoz remake de la aventuras del hombre arácnido a la luz (o, en este
caso, a la sombra) de la trilogía dirigida por Sam Raimi y que concluyó hace escasos
cinco años. Con tan poca distancia separándola de su antecesora, sobre los
hombros de la película de Marc Webb recaía la enorme presión de sorprender a un
público que, no sólo había visto al superhéroe realizar todas las peripecias
imaginables (además de toda pirueta técnicamente posible), sino que aún las tenía
muy presentes en la memoria: así, en The
Amazing Spiderman hay una agradecida ausencia de vertiginosos planos Spider-cam, un tono más grave y
(pretendidamente) profundo y una aproximación estética más realista que, en
manos de Webb, director forjado en la escena indie con la refrescante 500 días juntos, en ocasiones desea
aparentar una especie de low budget film
superheroico, donde cuentan más las relaciones entre personajes que la acción
desenfrenada. Pero los elementos no cuajan y tan loable postura queda en un lastimoso
“quiero y no puedo”.
Mismo síntoma que se esconde tras el tagline que acompaña al
título de la película: Spiderman, la
historia no contada. Como era de esperar, la historia ya había sido contada
y, qué decir tiene, mucho mejor que aquí. Cierto que algunos personajes gozan
en este título de un corpus más completo, gracias al talento de sus intérpretes
(Martin Sheen, impagable como tío Ben, o un genial Rhys Ifans insuflando al
villano de un estimable componente trágico), pero aquellas tramas que ya eran
lugares comunes para los fans del personaje acaban por desdibujarse,
precisamente en ese empeño por querer contar lo mismo pero de otra manera (la vendetta de Peter Parker contra el
asesino de su tío, la conflictiva relación con el capitán Stacy o la propia
relación paterno-filial entre Peter y el Dr. Connors, el alter ego del temible Lagarto).
Lo único que se ofrece y sí cumple lo prometido en el tagline es el misterio que rodea al padre de Peter, irresoluto al
final de la película e inevitable invitación para futuras secuelas (como el
nombre de Norman Osborn, nombrado constantemente con cierto aire mefistofélico),
consolidando la incómoda sensación de que éste es (sólo) un título
introductorio de otra trilogía espectacular.
Ante este desaguisado, Webb termina por realizar un
ejercicio desapasionado e impersonal que, salvo contadas ocasiones (el
antológico cameo de Stan Lee, uno de los mejores de la franquicia y quizá el
mejor momento del film), sí que recuerda a una cierta tendencia del nuevo cine
independiente norteamericano: aquél desprovisto de ingenio y talento narrativo,
más próximo a la TV movie que a las
joyas del cine outsider. Otro intento fallido por desmarcarse del acertado
enfoque de Raimi (forjado en las auténticas lides del cine independiente), con
un personalísimo estilo de marcado gamberrismo pulp (los tentáculos del Doctor Octopus rebelándose en el quirófano
en Spiderman 2) que comulgaba a la
perfección con el espíritu que desprendían los orígenes comiqueros del
personaje. Raimi consiguió conjugar autoría y blockbuster regalándonos una obra igualmente disfrutable por fans y
profanos en la materia. Pero ésta ya no es una película para fanáticos. The Amazing Spiderman es un producto diseñado
para captar a una nueva generación de público, joven y sin referentes. Un título
entretenido pero carente de alma. Un remake cuya naturaleza está definida únicamente por la estrategia comercial.
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