viernes, 8 de julio de 2011

EPILÉPTICO. LA ASCENSIÓN DEL GRAN MAL de David B.

EL HERMANO MAYOR PERDIDO


Epiléptico es una obra autobiográfica del guionista y dibujante de cómics David B. David B es Jean-François Beauchard, un niño que decidirá cambiarse el nombre y que por las noches, en el espeso jardín de su casa, conversa con fantasmas y demonios extraídos de los Cuentos de Canterbury como si fuesen sus confidentes. El hermano mayor de Jean-François se llama Jean-Christophe y padece una forma de epilepsia muy agresiva que su hermano percibe como una figura monstruosa que convive con ellos, siempre acechante. Epiléptico trata sobre la enfermedad de Jean-Christophe. Pero también es la historia del pequeño Jean-François, que se encuentra más comodo entre espectros que entre personas, que lucha contra "el gran Mal" que mora en su hermano y, quién sabe, quizá en él mismo. Y es la historia de sus padres y de sus abuelos y de los padres de sus abuelos. Y de los muertos y de seres imaginarios y de ocultismo. Epiléptico es una obra-mundo. La historia de un chico que decidió cambiarse el nombre.

No es de extrañar que la obra autobiográfica de David B trate principalmente la enfermedad que sufre su hermano y que da nombre al libro. A través de esta vastísima novela grafica el autor revive el desarrollo de la epilepsia de Jean-Christoph y los deseperados intentos de sus padres por encontrarle remedio: neurocirugía, macrobiótica, espiritismo, magnetismo... y un sinfín de disciplinas cada vez más extravagantes que nunca dan resultado. La enfermedad se convierte, a su pesar, en el epicentro de la infancia y adolescencia del protagonista, no sólo por los transtornos que aquélla produce en la familia (las constantes visitas al hospital o la adhesión de toda la familia a multitud de pseudo-credos liderados por gurús charlatanes), sino por su obsesión por vencer al monstruo de la epilepsia o el temor a que éste acabe también con él, alojándose en su mente.

La narración de las vivencias del protagonista, aún habiendo pasado por experiencias muy alejadas de lo común, se desarrolla con concisión y cierta frialdad. Pero el dibujo de David B., minimalista aunque poderosamente expresivo y profusamente poblado de simbología, se desmarca de la formalidad de los hechos narrados y exploran nuevos significados: profundos, oscuros y muchas veces inquietantemente aterradores. La realidad del pequeño protagonista se confunde con el mundo de su febril imaginación, creando imágenes que reflejan los sentimientos que las palabras solas no pueden alcanzar.

La impotencia de Jean-François acabará traduciéndose en desprecio hacia esa inestable criatura que, poco a poco, se parece menos a su hermano. El temor, el odio, la compasión... emociones que, como comprobamos en un hermoso epílogo, esconden el deseo inocente de un niño: Recuperar el amigo con el que jugaba por las calles y dibujaba sus primera viñetas con 10 años. Recuperar el hermano mayor perdido.

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