sábado, 10 de marzo de 2012

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS, de Enrique Urbizu

EL FUEGO DE LA JUSTICIA

No habrá paz para los malvados se alza como máximo exponente contemporáneo del film noir español. Bajo la sabia égida de su director, Enrique Urbizu, la película desecha los excesos manieristas tan en boga en estos tiempos de posmodernidad y abraza el escenario costumbrista nacional, insuflándole la atmósfera viciada del noir clásico y con un antihéroe cuya moral bebe directamente del western de John Ford.

Santos Trinidad (un grandioso José coronado), policía borracho y pendenciero, deambula por los suburbios con elegancia animal (“era un hombre oscuro”, dice un testigo al identificarle), siempre acompañado del metálico sonido de unas espuelas imaginarias y con el revólver a punto. Un arma que no es sólo extensión de su cuerpo, sino la materialización del fuego de la justicia, por encima de las leyes de los hombres.

Porque aunque Santos persigue y mata únicamente para eliminar cualquier testigo que pueda delatarle por un asesinato, acaba por desarticular él solo una célula terrorista islámica. El personaje de Coronado es un vigilante amoral, peligroso pero necesario. Es la fuerza bruta que aniquila a los malvados del título. Por ello Urbizu le dedica ese último plano, postrado en una silla de camping pero con la solemnidad de la estatua de un guerrero. Siempre atento. Siempre implacable.

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