domingo, 15 de julio de 2012

THE AMAZING SPIDERMAN, de Marc Webb


EL PORQUÉ DE UN REMAKE

Pese a que, como reza el dicho, las comparaciones siempre son odiosas, resulta imposible no evaluar este precoz remake de la aventuras del hombre arácnido a la luz (o, en este caso, a la sombra) de la trilogía dirigida por Sam Raimi y que concluyó hace escasos cinco años. Con tan poca distancia separándola de su antecesora, sobre los hombros de la película de Marc Webb recaía la enorme presión de sorprender a un público que, no sólo había visto al superhéroe realizar todas las peripecias imaginables (además de toda pirueta técnicamente posible), sino que aún las tenía muy presentes en la memoria: así, en The Amazing Spiderman hay una agradecida ausencia de vertiginosos planos Spider-cam, un tono más grave y (pretendidamente) profundo y una aproximación estética más realista que, en manos de Webb, director forjado en la escena indie con la refrescante 500 días juntos, en ocasiones desea aparentar una especie de low budget film superheroico, donde cuentan más las relaciones entre personajes que la acción desenfrenada. Pero los elementos no cuajan y tan loable postura queda en un lastimoso “quiero y no puedo”.

Mismo síntoma que se esconde tras el tagline que acompaña al título de la película: Spiderman, la historia no contada. Como era de esperar, la historia ya había sido contada y, qué decir tiene, mucho mejor que aquí. Cierto que algunos personajes gozan en este título de un corpus más completo, gracias al talento de sus intérpretes (Martin Sheen, impagable como tío Ben, o un genial Rhys Ifans insuflando al villano de un estimable componente trágico), pero aquellas tramas que ya eran lugares comunes para los fans del personaje acaban por desdibujarse, precisamente en ese empeño por querer contar lo mismo pero de otra manera (la vendetta de Peter Parker contra el asesino de su tío, la conflictiva relación con el capitán Stacy o la propia relación paterno-filial entre Peter y el Dr. Connors, el alter ego del temible Lagarto). Lo único que se ofrece y sí cumple lo prometido en el tagline es el misterio que rodea al padre de Peter, irresoluto al final de la película e inevitable invitación para futuras secuelas (como el nombre de Norman Osborn, nombrado constantemente con cierto aire mefistofélico), consolidando la incómoda sensación de que éste es (sólo) un título introductorio de otra trilogía espectacular.

Ante este desaguisado, Webb termina por realizar un ejercicio desapasionado e impersonal que, salvo contadas ocasiones (el antológico cameo de Stan Lee, uno de los mejores de la franquicia y quizá el mejor momento del film), sí que recuerda a una cierta tendencia del nuevo cine independiente norteamericano: aquél desprovisto de ingenio y talento narrativo, más próximo a la TV movie que a las joyas del cine outsider. Otro intento fallido por desmarcarse del acertado enfoque de Raimi (forjado en las auténticas lides del cine independiente), con un personalísimo estilo de marcado gamberrismo pulp (los tentáculos del Doctor Octopus rebelándose en el quirófano en Spiderman 2) que comulgaba a la perfección con el espíritu que desprendían los orígenes comiqueros del personaje. Raimi consiguió conjugar autoría y blockbuster regalándonos una obra igualmente disfrutable por fans y profanos en la materia. Pero ésta ya no es una película para fanáticos. The Amazing Spiderman es un producto diseñado para captar a una nueva generación de público, joven y sin referentes. Un título entretenido pero carente de alma. Un remake cuya naturaleza está definida únicamente por la estrategia comercial.

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