martes, 14 de junio de 2011

A PERSONAL JOURNEY WITH MARTIN SCORSESE THROUGH AMERICAN MOVIES de Martin Scorsese y Michael Henry Wilson

 AMAR EL CINE

Las luces de la sala se apagan gradualmente y el bullicio de los asistentes amaina, hasta oírse sólo un ligero y anónimo carraspeo. El proyector, tras arrancar perezosamente su fantástica maquinaria, despide un vacilante juego de luces y sombras hacia la pantalla. Cientos de miradas devotas se concentran en la liturgia y entonces... entonces comienza la magia.

El título de este imprescindible documental no es gratuito: De la mano del maestro Scorsese, cuyo enciclopédico conocimiento del séptimo arte sería comparable al inabarcable saber de Borges en terreno literario, emprendemos un ilustrativo recorrido a lo largo de medio siglo de cine nortamericano. Pero la exposición y estructura no se rigen por una disciplina historiográfica o un núcleo temático cohesionador. El documental es, en boca del propio director, "su propio museo imaginario", una evocación reverencial y pletórica de sus inmortales del cine. Aquellos que, a través de tantos títulos inolvidables, forjaron el mito del cine y lo convirtieron en un sueño infinito y hermoso al que el director italo-americano deseaba pertenecer desde que, siendo un niño, observara fascinado los áridos y peligrosos parajes de los westerns de John Ford.

Un viaje personal, íntimo y solemnemente autoral (el título del film trazado con grafía hecha a mano, como rúbrica del propio director, o la aparición de Scorsese, rodeado de una oscuridad reconfortante, hablándonos como si fuésemos sus confidentes por un instante) a través de las películas que definieron la vida del director: Su propia Historia del cine. Y éste, probablemente, sea el mejor modo de abordar tamaña empresa: Rememorando, con nostalgia y admiración, los títulos que cambiaron nuestra vida y nos hicieron amar el cine, organizando nuestra filmoteca imaginaria como hiciera Rob, el protagonista de Alta Fidelidad, con su desmesurada colección de discos: En orden autobiográfico. Nuestra propia Historia del cine. Porque la razón más poderosa por la que amamos una película es que, de alguna manera, nos habla de nosotros mismos.

Las últimas palabras de Scorsese son certeras y reveladoras: Nos habla de su antigua vocación religiosa (como muchos sabrán, el director de Taxi driver ingresó en un seminario con la intención de convertirse en cura), finalmente frustrada cuando le entró el gusanillo de las películas y se convirtió en director de cine. Pero, como él mismo nos dice, tal vez no sean dos oficios tan diferentes al fin y al cabo: En las iglesias, la gente se reúne en un espacio de escasa iluminación para abrir su corazón y compartir con el resto una experiencia trascendental, mística. Y bueno, eso es exactamente lo que ocurre en una sala de cine.

La imagen se funde a negro y el cartel que anuncia el fin entra en escena. La gente llora, emocionada. Aplauden, se quieren, son mejores personas. Y esa es la magia del cine.

No hay comentarios:

Publicar un comentario